jueves, julio 19, 2007

«Diente inútil»

He hecho de todo.

Escribí libretos para programas de radio en los que además fui editor y locutor; podé el césped, regué las matas y di de comer a una familia de micos durante dos meses en una clínica de reposo; entrevisté a artistas para programas de televisión en los que aparecía como “realizador”; participé en el Clan de los Buhos y no logré trepar al lapicero Kilométrico de Animalandia; fui cantante en grupos de rock más bien malos pero algo polémicos a causa de las letras que garabateaba en papelitos o cuadernos; hablé sobre Derrida en coloquios universitarios gracias a una tesis que hice en mi triste pregrado; participé sin éxito en certámenes artísticos variopintos haciendo dibujos, o fotos, performances, bailes, canciones y concursos; tuve una librería; fui profesor de clases distintas e irregulares en universidades tan pública y privadamente mediocres como yo; ayudé a sostener y difundir un espacio artístico independiente; hice corrección de ortografía y estilo a libros ajenos y sesudos de varios figurones de las ciencias sociales en Colombia; traduje escritos de eminentes curadoras internacionales residentes en Teusaquillo; escribí artículos, críticas y reseñas sobre todo y todos en publicaciones culturales colombianas; diseñé flyers, afiches y fanzines; edité revistas de rock y películas junto a amigos que se aburrían los sábados en la tarde; hice tortas de zanahoria, manzana, chocolate y calabacín que eran comidas los fines de semana por los clientes de un café en Rosales; partí pechugas de pollo en cuadritos y los clavé en palitos cuando quería preparar pollo tandoori.

Pero todo eso parece haber terminado. Los días pasan frente al computador. Miro fijamente la pantalla para no tener que darle la cara a nadie. Espero en silencio. Deseo. Añoro. Dibujo sin ganas. Me angustio pensando en cuando llegue el camión del embargo. Presento entrevistas laborales sin éxito. Veo cómo el teléfono deja de timbrar un día. Reprimo las ganas de crepe de nutella. Me hago a la idea de conformarme con migajas. Lagrimeo. No salgo de noche. No me emborracho. No hago vida social. No voy a esos restaurantes de antes. No le enseño nada a nadie. No soy cool. No he oído a las nuevas bandas de siempre en los mismos bares de ahora. No tengo nada por qué esforzarme. No me comprometo con la causa de nadie. No leo el periódico. No leo nada. No me baño en días. No puedo convencerme de que sigo existiendo. No soy útil.

Mastico desgaste.

Nietzsche decía «Diente inútil sobre el tiempo inútil.» Mi vida.

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